07 diciembre 2008

Crónica de una muerte anunciada

Aunque parezca que voy a hablar de la famosa novela del escritor colombiano Gabriel García Márquez no es esa mi intención.

De quien realmente voy a hablar es sobre mi, de cómo he llegado a estar hastiada de esta vida y las circunstancias que han propiciado que hoy esté en una situación en la que me da lo mismo vivir o morir.

Todo esto comenzó cuando harta de sufrir agresiones, insultos y otras vejaciones en el barrio donde vivía decidí cambiar de casa e irme a otro barrio más tranquilo, entre en contacto con una inmobiliaria que me ofreció un producto que se llamaba hipoteca cambio de vivienda, la persona que llevo a cabo toda la gestión, cada vez que hablábamos con ella nos decía una cosa diferente y como habíamos firmado unos documentos en los que si nos echábamos atrás en la compra del nuevo piso teníamos que pagar cinco mil euros, pues viendo las cosas así continuamos con las gestiones.

La cosa es que nos prometió que la antigua casa se vendería por doscientos veinte mil euros y que mientras se vendía solo tendríamos que pagar la hipoteca de la casa nueva, pues bien después de todo resulto que nos quedamos pagando dos hipotecas, una de setecientos euros y otra hipoteca de novecientos euros, esta persona poco tiempo después de vendernos la casa pidió la cuenta y se marcho de la inmobiliaria y la inmobiliaria ya no se quería hacer cargo de lo que nos había ofrecido esa persona.

El problema vino después cuando se estaba acabando el remanente de dinero que teníamos y las nominas que cobrábamos no iban a llegar para hacer frente a las hipotecas, vistas así las cosas y viendo que las cosas se iban a poner de mal en peor empezamos a hacer pequeñas rebajas en el precio que habíamos puesto a la antigua vivienda, hasta que apretados por habernos quedado sin medios económicos nos vimos en la obligación de vender la casa por ciento setenta mil euros en vez de los doscientos veinte mil euros con los que nos habían hecho hacernos ilusiones desde el principio.

En resumen, que en vez de quedarnos una hipoteca de setecientos euros como nos habían hecho creer, nos encontramos con un supe hipotecon de mil doscientos euros y no solo eso, sino que mientras pasaban los meses y se vendía la casa pues como con las nominas que cobrábamos no nos llegaba para pagar las hipotecas, comer y llegar a fin de mes, la solución paso por tirar de tarjeta de crédito, total que cuando se vendió la casa estábamos súper endeudados.

Casi dos años después de toda esta odisea, de un intento de suicidio, de estar al borde de un ataque de nervios, de ver que por mucho que trabajemos no nos llega para salir adelante, después de una infructuosa búsqueda para poder cambiar a otro empleo mejor y de recibir por respuesta los innumerables “ya te llamaremos” y no poder encontrar un trabajo mejor, ni siquiera un trabajo en mensajerias como autónomo con furgoneta propia.

Tal vez sea que después de estar tanto tiempo con el agua al cuello he perdido la perspectiva para salir delante de este embrollo, el caso es que ya me he cansado de luchar para no conseguir nada, y antes de verme con que el banco se queda con nuestra casa y nosotros acabando viviendo en la calle, antes que eso ocurra, me encierro en casa con un bidón de gasolina y quemo la casa conmigo dentro.